jueves, 13 de agosto de 2009

Si quieres, ven

"Si quieres, ven".

La expresión de su rostro reflejaba la incertidumbre y el temor en su interior. Apenas si parpadeó.

Lo repitió de nuevo: "Si quieres, ven".

Era imposible juzgar racionalmente la invitación en aquel momento. La figura que le tendía la mano flotaba ingrávida en el centro de un aura brillante cuyos rayos mutaban del blanco al añil desde el interior al exterior. Alrededor de ella, la negrura era impenetrable, la propia de una noche sin luna, donde las siluetas se disuelven en una nada infinita capaz de provocar la pérdida de conciencia de ser individual.

La voz volvió a llamarle una vez más: "Si quieres, ven", esta vez en un susurro tan sensual y envolvente como la caricia del ser amado, más aún, del amor platónico que tórnase real durante un instante. La vista se le empezó a nublar y los sonidos se disolvieron junto a las imágenes en una amalgama difusa y centelleante de un irresistible poder magnético. Se sintió desaparecer, abandonar su cuerpo y disolverse en la masa deslumbrante y siseante que había surgido en medio del espacio. Su conciencia parecía seguir a su cuerpo, sus pensamientos desintegrándose y uniéndose a la luz cada vez más y más intensa, luz física y espiritual que ya lo era todo, luz suave y poderosa a la vez que no dejaba de crecer y expandirse...

...entonces, despertó. O, al menos, eso creía. Pasaron unos minutos hasta que recobró totalmente la conciencia, recogió del fondo de su mente algunos fragmentos de la memoria reciente y los unió hasta que las últimas horas de su existencia comenzaron a cobrar forma y algo de significado. Abrió los ojos, aunque sabía que de poco iba a servirle. Se encontraba en el centro de la nada, flotando en la oscuridad absoluta de la noche sin luna en un punto indeterminado del desierto, que más tarde amanecería implacable, mutando su situación de cautivo de la oscuridad a cautivo del calor, el hambre y la sed. Sabía que las posibilidades de salir con vida de allí eran mínimas. Cerró los ojos y trató de volver a dormir, de volver a la inconsciencia, deseando que la imagen del sueño le llevase con ella convertido en luz eterna en lugar de fallecer hambriento y deshidratado, abrasado por la luz inmisericorde del sol.

domingo, 9 de agosto de 2009

Limpieza

¡Qué bien haber terminado la limpieza!
¡Qué placer haber eliminado la putrefacción!
¡Qué alivio haber limpiado los restos!
¡Qué tranquilidad haber depurado el alma!

Qué tristeza, qué insipidez, ahora que todo está vacío.