jueves, 10 de septiembre de 2009

Érase que se era...

Érase que se era un hombre desamparado. Un anciano caminando sin rumbo entre la multitud sin rumbo. Érase que se era un rostro suplicante y conmovedor. Unos ojos hundidos en la superficie arrugada de la geografía del dolor. Érase que se era una vida, una historia. Una historia singular que parecía vulgar a los oídos de los demás. Éranse millones de historias singulares vulgares a millones de oídos. Éranse millones de oídos sordos. Éranse millones de ojos ciegos. Éranse millones de besos perdidos, de oportunidades desperdiciadas, de existencias fantasmagóricas, de latidos ahogados. Érase una miríada de sonrisas que no fueron. Éranse un billón de juegos que se perdieron. Éranse que se eran cientos de amores diluidos por una existencia absruda. Éranse tantos sueños desaparecidos...Érase un gris plomizo y dictatorial y éranse millones de colores olvidados. Éranse la soledad y el anonimato. Érase que se era alguna gran ciudad.

1 comentario:

  1. Me sigue pareciendo que tienes una manera muy personal de escribir, curiosa, ligera y envuelta en una cascada de lógica; aunque eso sí, con una visión gris adentrada en el pesimismo. ¿Pero sabes qué? Siempre me encantaron las cosas curiosas.

    Saludos,

    Clair de Lune

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