El calor hoy es intenso, pero no insoportable. Una mariquita se pasea tranquilamente por mi escritorio, disfrutando de la luz del sol que penetra a duras penas por la ventana llena de polvo y suciedad.
Parece que fuese consciente de la simpatía que su belleza y comportamiento inofensivo despiertan en la mayoría de los humanos y de que, por tanto, transita por un camino seguro. Otro gallo hubiese cantado si, en lugar de insecto, se hubiese tratado de un ser humano. Es posible que su actitud, en un principio, hubiese sido la misma. Pero no las reacciones que esta habría suscitado.
De haber sido mujer, habría, posiblemente, provocado la envidia entre sus semejantes. Inevitablemente, lloverían comentarios difamatorios y humillantes sobre ella, que podrían ser vertidos tanto a sus espaldas como en sus mismísimas narices. La envidia ajena podría, además, situar numerosos obstáculos en su trayectoria vital: a nivel laboral, sería normalmente prejuzgada de forma negativa, puede que fuese acosada e incluso se convirtiese en víctima del tan cacareado "Mobbing". Todo ello dependiendo, por supuesto, del entorno que la rodease y sus propias actitudes y aptitudes. En el caso de los hombres, amén de las actuaciones fruto de envidia mencionadas más arriba, debería soportar el acoso sexual (y también el de parte de las mujeres) y la falta de interés por su persona, motivada por lo llamativo de su aspecto exterior.
Si hablamos de hombres, las conclusiones a las que llegaremos no serán muy distintas. Puede que, en el caso del acoso, la situación no sea tan exagerada, desagradable o agobiante, pero la misma falta de interés por aquello que no es lo más aparente y superficial volverá a observarse con facilidad. Yo mismo he sido un esteta.
Siempre hablando a nivel general, ante un aspecto medianamente desagradable, la reacción de los humanos ante sus semejantes y los insectos se asemeja más que notablemente, hasta el punto de llegar a equipararse en algunos casos: asco, burla, menosprecio, abuso, indiferencia, violencia y destrucción forman parte de la colección de reacciones ante una presencia estética no acorde con unos cánones, recordemos, cada vez más artificiales e impostados.
Resulta sorprendentemente paradójico lo simplistas que llegamos a ser en este aspecto.
Salgo de la oficina y me doy de bruces con Neptuno al mando de sus dos caballos (me pregunto por qué no se tratará de seres acuáticos) y rodeado de agua. La combinación del clima y la paradoja anterior hacen que el calor se vuelva muy intenso, insoportable. Sofocado y cubierto de sudor, comienzo a caminar.
Regexp Lookaheads: Matching Text Based on Absences
Hace 1 semana
Y es que a menudo los humanos no somos más que insectos. A mí no me gustan las mariposas, prefiero los escarabajos, en todos los sentidos.
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