martes, 29 de junio de 2010

Cenizas

Las cosas son casi siempre así: los necios triunfan vestidos de nobles, los egoistas se disfrazan de generosos y ambos se arman hasta los dientes con sus mentiras y complejos. Los que los siguen prefieren vivir en una felicidad falsa a conocer la realidad oscura y pútrida que aquella oculta.

Las cosas son casi siempre así: tú elegirás esa felicidad construida sobre mentiras y, cuando te acuerdes de mi, yo ya me habré ido y no volveré porque habré elegido mi soledad real a la felicidad de artificio. No te culpo por elegir un camino, pero, por favor, no me guardes en tu recuerdo: de las cenizas de una familia siempre termina surgiendo otra. Las cosas son casi siempre así, pero no son así siempre.

Sin título

Cuando las estrellas oxidadas zozobran en las frías corrientes de aire nocturno, un límpido destello de amatista recorre el musgo que cubre tus manos. Las cálidas tenazas de la maternidad recogen los frutos de un desamor tardío en el limbo de la pena. El viento, ese viento parado, ese susurro repetido y amplificado por la memoria que yace en el interior de las montañas, me arrastra hacia el pasado remoto y difuso de las logias vernáculas. Y aparecen los fosos, la niebla, el azufre, el dolor y las cadenas, la luz entornada, la podredumbre de los pensamientos marchitos y la rugosidad de su mirada, que me contempla ciega y visionaria desde las esquinas en los fondos dobles y triples del abismo saturnal. Eres la fragancia, dulce y corrosiva, mi fragancia, amarillenta y barroca; el aroma de los ojos que miran al vacío, de las lenguas cortadas que yacen secas en medio del desierto, de los brillos extintos de las auroras boreales fallecidas, del oasis obitado, de las uñas longilíneas y curvadas, hincadas sobre la arena caliente que recubre los bloques de cieno turbio.

Literatura barata #2

No esperes nada. La luz cae desde el cielo hacia la alcantarilla sin pasar por nuestro sendero. No esperes que el agua llueva horizontal para refrescar tu rostro marcado de historias afiladas y herrumbrosas. No pienses que el mal augurio seguirá su camino, porque el recibidor de tu casa es blancuzco y huele a carmesí. No abras mi boca: las serpientes de cristal escaparán por entre los huecos de mis dientes astillados y se llevarán consigo los ecos de mis voces venideras. No hagas proselitismo del silencio; miles de serenos yacen ahogados en lo más hondo de la niebla portando sus manojos de llaves de muérdago. No me digas del corazón, que ya se alimenta de piedras para pesar solo un poco menos que la soledad de los perros-lobo. No sanes en mi vientre, pues una crisálida opaca y brillante debe brotar de él. Y, sobre todo, no olvides no vivir en mi muerte, no condenes a todas esas luciérnagas inocentes.

Literatura barata #3

La sombra trémula horada la pared y separa la luz de la oscuridad. La puerta desvencijada se abre, la tierra húmeda se hunde. Tus hijos, los frutos del abono que apesta, están muertos.

Jesucristo

La historia de Jesucristo en la fantasía parabólica de la Biblia lo dice bien a las claras: los que intentan ser buenos (y los que intentan ser mejores) obtienen como recompensa la soledad, el sufrimiento, el ostracismo y el castigo.

Desconexiones inconexas

Uno
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Siempre voy con algo roto a cuestas. Las palabras que conozco se me hacen insuficientes y yo no hago otra cosa que volver a buscarlas en crucigramas llenos de previsibilidad.¿Cuantos cuadros hacen falta para completar un concepto indefinido? Me aferro a energías vibrantes como cables eléctricos desnudos bajo la tormenta salvaje. Ahora todo es azul y metálico.


Dos
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Tus palabras me dijeron que eran como cicatrices abiertas y tus ojos me miraron con tanta verdad como mis entrañas hablan a mi corazón. Nada será nunca completo, como la tableta de pastillas sin terminar o el vértigo, que es el pánico de una caída sin el dolor del impacto.


Tres
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La luna ha cambiado; esta noche me dedicaré a realizar los mismos viajes de siempre por rutas cada vez diferentes; a seguir sin perseguir al que vaga sin rumbo, perdido, sin objetivo pero con el objeto de correr impulsado por el irresistible instinto primario de la huida; las risas parecen muecas absurdas en los labios mal pintados y los dientes manchados de carmín. Las botas forradas de pelo y las deportivas ligeras envuelven pies que caminan emancipados de las mentes que tratan de guiarles por un camino mil veces repetido.

Y si desaparezco..

Y si desaparezco
No pienses que fui con el viento
Que mis palabras eran intentos
Que desde el cielo no te contemplo

No vengas a buscarme
Con los brazos abiertos
No corras sin dirección
Por los caminos desiertos

No recuerdes mi nombre
No me encuentres en sueños
No te hundas en el pozo
Sin fondo de los recuerdos

Y si me voy de tu vida
Desaparezco de tu tiempo
No pienses que me escapé
No pienses que no te espero

Visiones

I

El ojo abierto y rodeado de pestañas flota en el cuenco que descansa sobre la barra de hielo atravesada por un gran mondadientes de madera. De ella surgen raíces que penetran en el mapa topográfico formando grandes rías. En el centro del mapa, sustentado por columnas que descansan sobre un libro cerrado, un gran cuchillo hurga en la herida que lo atraviesa de oeste a este. Todo el conjunto llena un gran plato redondo que nunca será servido en ninguna mesa.

II

La pala intenta clavarse sin éxito en la nube grisácea mientras el paraguas protege de una lluvia que no cae a la pareja que contempla el sol que brilla bajo la superficie del agua marina. Al fondo de la escena, una gran torre de extracción petrolífera proyecta sus líneas negras hacia lo alto como líquidos fuegos artificiales tintados por la noche cerrada.

III

De augustas cañerías caen las gotas de alquitrán que acompañan los pasos de la gran araña-mosquito. De su tronco emerge una enorme palmera que contemplan atónitos los maniquíes tras los escaparates que ocupan una de las paredes del gran bloque de hormigón. A su derecha, unas lentes solares sin brillo y sin emoción también observan la escena como el pescador que ve pasar el viento sin brisa del invierno.

Un aire azul

Un aire azul
Me trajo algo que no quise recordar
Un viento rojo
Me empujó a los brazos que asfixiaban
Un haz de luz púrpura
Congeló el fuego que amenazaba con reducir mi corazón a cenizas.

Un minuto de tiempo muerto
Me rescató del anonimato
Una caricia hermosa
Se llevó las lágrimas que alguna vez tuve
Una vieja carreta
Me permitía transportar, livianas
Toneladas de sentimientos

Un silencio lo arrasó todo.

Una canción me rescató del cielo.

Un bosque guardó y escondió mis pecados.

Una hoja de papel engulló mi confesión.

Un grito
¿Y para qué un grito?
Dio fin a todo

Un sueño
Como no podía ser de otro modo
Lo resucitó

Un aire azul
Un viento rojo
Un haz de luz
Un silencio roto
Un golpe amable
Y un beso severo

Algunos llegarán

Algunos llegarán
Olvidados
Al lugar que no recuerdan

Y unas manos que no conocen
No conseguirán perderlos
En los caminos borrados del bosque sin memoria.

Algunos llegarán
A un exhuberante desierto
Y beberán las arenas
Que inundarán su húmedo interior

Algunos trocearán el infinito
Y romperán sus límites
Recompondrán el universo
Y todo volverá a ser un sinsentido

Algunos harán que sueñan
Velarán a sus vivos
Romperán el ojo ciego
-que no les vigilaba-
Y mutarán sus oídos
En oxidadas piezas de relojería

El santo está inclinado
Sobre la incredulidad
Y las ruinas de los antiguos
Descansan en la incertidumbre

Hoy dormirás
Mañana quizá calles
El mundo vocifera
Que nadie tiene ganas de dormir

Qué sentido tiene

Qué sentido tiene
Que los perros muerdan en las noches sin luna
A los novios en su luna de miel

Qué sentido tiene
Que la miel en tu boca
Corrompa tus labios curvados hacia abajo

Qué sentido tiene
Que el honor sea un destino
Y la vida se diluya entre oportunidades perdidas

Dime qué sentido tiene
Que el reloj de la pared
Gire sin sentido una y otra vez

Luna

Aurora flota
en el umbral del horizonte
Soledad descansa
En un rincón ignoto
Remedios
Habla siempre de imposibles
Olvido
Cita poemas de memoria...

...y Luna alumbra a todos en sus quehaceres.

Teatro

"En la ciudad, todo aquel que se ve obligado a tratar con extraños o desconocidos para sobrevivir se ve obligado a representar un papel, por pequeño que sea, durante al menos una parte de su vida. Si cada uno de los que ha de llevar esto a cabo portase una máscara cubriendo su rostro, asisitríamos diariamente a un impresionante y fantasmagórico desfile. En el campo, aunque con menos frecuencia, es posible que la necesidad que tenemos unos de otros provoque los mismos resultados. Casi todos hemos sido actores -de mayor o menor calidad (y tantas veces ser buen actor significa moralmente su opuesto y viceversa)- a lo largo de nuestra vida. ¿Quién queda, entonces, al final, que haya sido sincero con el mundo cada momento de su existencia?¿Los pobres?¿Los salvajes?¿Los locos? ¿Los desesperados? ¡Y además todos han de haber "ostentado" su condición desde el mismo instante del nacimiento! Si el mundo y, sobre todo, las personas, son así, ¿Cómo no iba a existir el teatro?¿cómo no iban a haberlo inventado el hombre?"

Prevela

Hacer el dolor no es como reinar en invierno. Las hojas transpiran sobre la superficie flotante y muestran el camino al tímido navegante de barro en su frágil barco de papel. El color rojo es sincero en este atardecer y las nubes secas atrapan los deseos de los delfines errantes atrapados en océanos de soliloquios reunidos. El suelo marino vibra y trepidan las almas de los corales ausentes que evocan las hornacinas horadadas en la roca profunda y oscura. Tú eres una hoja no escrita del destino de otro; yo soy una mirada formada por los reflejos de dos relojes de arena infinitos que no terminan de comprender el paso del tiempo. He huido y me he escondido en la trastienda de miles de silencios mientras las notas mudas de la pregnante marea verde descansan entre la boca y los oidos de las sirenas exiliadas en islotes de polvoriento cristal azul. Las aguas suben y bajan con un violento vaivén y la brisa que provocan agita las alas de los pájaros sordos, que rompen a volar en pendiente descendente atravesando los muros de arcilla que nos separan del centro de la Tierra. Allí el frío descansa encerrado en una esfera de fuego y lágrimas que brotan por las eras olvidadas en las cavernas. Un gran precipicio se abre en la antesala del agujero negro cuyo ritmo magnético impulsa a la esfera terráquea a girar y a los hombres a cambiar de parecer, y las diez mil y una personas vestidas de rojo en la gran plaza abierta - siempre misteriosa, siempre vespertina - giran sobre sus talones y, olvidando sus motivaciones presentes, se dirigien hacia el lugar donde sus antepasados cantan arias de ecos dorados. Las agujas marcan las once y veinte, las miradas se encuentran, las manos se separan y todos encuentran la senda del absurdo que tanto tiempo llevaban buscando. Ahora el viento ha dejado de soplar y los tábanos reptan bajo las ramas de los árboles, buscando una sima en la que construir sus nidos de seda amarillenta y hojaldre blanco. El velo que cubría el rostro inédito de la esfinge cae y muestra al mundo la antítesis de los sueños de miles de pesimistas. Su brazo carbonizado y vigoroso se alza y se extiende, ofreciendo una mano violenta, violácea y rectilínea a las meditaciones de los soñadores. Los dedos de los poetas se revuelven y escriben odas sobre su propia piel utilizando la espuma de las olas como tinta y las ramas de los árboles muertos como livianas plumas de madera crujiente. Los recuerdos turbios nunca se borran y el sol descendente regala una humeante vaharada de decepciones y desilusiones a la cara oculta de la luna, que sólo son capaces de contemplar las miradas crepusculares de aquellos sedientos de ilusión y colmados de daño. Sólo ellos -¡Sólo ellos! portan con orgullo punzantes coronas de rosas rojas sobre sus cabezas teñidas de plata líquida. El aroma del azufre es el perfume que desprende el movimiento de sus caderas bien torneadas, ceñidas por manos heladas de uñas breves como un saludo forzado. Pero su tacto es sincero, y los brazos lisos y suaves de los que nacen convergen en la luz de la aurora boreal, que guía, a través de ellos, los pasos de los huérfanos insomnes.

Una solitaria ave de mirada maternal, plumas translúcidas y pico nostálgico me pidió que guardara esta historia en los recovecos de tu subconsciente. Y yo, obediente, los mudé a estos pequeños pergaminos que ahora descansan en las grietas -que no en los pliegues- de tu cerebro. Es el momento de que regales tu sueño a las sombras que el Fénix proyecta con su vuelo sobre los picos en los que reposan nuestras esperanzas.

Un hombre solo

Otro cambio de tiempo. Y otro ánimo diferente. A veces pienso, en un alarde de egocentrismo extremo, que son mis cambios de temperamento los que rigen las alteraciones climáticas de ese mundo propio que me rodea allá donde voy y dondequiera que estoy. El fin del nosotros trajo el vacío tangible a mi alrededor y la distancia sideral respecto a las otras atmósferas y las otras existencias cuya -discutible- realidad percibo con mis sentidos externos pero discurren paralelas y ajenas a los sentimientos, que, fisonómicamente hablando, detiene en ambos sentidos la piel que limita físicamente (y ahora psíquicamente) mi yo. La calle parece inalcanzable al otro lado de la ventana y, aun cuando en un momento no muy lejano traspasaré el umbral de la puerta de entrada y percibiré el aire frío rodeándome y los sonidos luchando por penetrar en mi mente a través de los pabellones auditivos, la nula afección que todo ello me produce es la misma que la de un mundo prestado, inventado, de cartón piedra; la misma afección (nula) que un escenario de teatro produce a alguien que no aprecia ni pierde su tiempo con las formas de expresión artística. Los escenarios en los que se representaban las películas expresionistas de comienzos del siglo pasado tienen mucha más influencia en mí que estas personas y animales que hablan y que caminan, que estos árboles que se agitan y de los que sólo racionalmente sé que están vivos a través de sus movimientos o del sonido que emiten. El tiempo -mi tiempo- transcurre sin importancia ni valor; el tiempo -mi tiempo- cambia sin importancia de manos, y dudo seriamente de que en algún momento llegue a ser realmente mío. Los hechos se convierten en invenciones dentro de mi realidad individual, e incluso el cuervo disecado que preside a mi espalda esta biblioteca colmada de pequeños mundos intagibles pero más reales en mi realidad que aquellos que acabo de describir parece mostrar más interés en ellos que yo.

A cambio de una sonrisa te pido que me devuelvas un pedazo de vida. A cambio de una sonrisa te pido que me traigas de vuelta durante un instante, un instante como ese instante de lluvias torrenciales y vientos huracanados que nos arrastraba, jugando con nuestros cuerpos, hacia el mar encrespado a través de una masa de arena que empezaba a inundarse dentro de su proceso de conversión al barro. Una transformación gradual esa, no como el apagón repentino e inesperado que supuso tu desaparición y, por ende, la mía.

La creencia de que este mundo de ahora es ficción me hace dudar sobre la credibilidad del mundo en que viví (o en el que creo haber vivido) en el pasado, cuando mis pies y el cuerpo que sustentaban se movían en los espacios y en los tiempos de otros, acompañando su paso rítmicamente y ejecutando, en ocasiones, irreproducibles bailes de vitalidad. Si supongo que todo ese mundo vivido era un juego, ¿no son acaso los juegos meras abstracciones ficticias? ¿Cuán real es la experiencia de las emociones en comparación con la experiencia de los sentidos? A los mundos creados en la mente por la imaginación siempre les faltará tangibilidad mientras que el mundo tangible a través de los sentidos siempre carecerá de imaginación e idealismo; el mismo idealismo que sería vivir en un mundo completo en ambos sentidos. Elijamos el camino que elijamos, siempre caminaremos cojos, lo hagamos solos o acompañados, en el sentido fictio o en el real, ninguno de los cuales sabría distinguir del otro en este momento que llamo ahora por darle una ubicación, una referencia para que vosotros, posibles lectores, encontréis un punto de apoyo para vuestras miradas y vuestras mentes. "Ahora" podría llamarse "ayer", "hace un rato" y, posiblemente, también pueda terminar llamándose "mañana", lo cual os resulte, posiblemente, desesperanzador.

Las incompatibilidades e incongruencias convierten a la vida en una enorme cárcel de transparente cristal; una cárcel extremadamente grande y con unos límites extremadamente lejanos, tan lejanos como para que podamos albergar alguna esperanza de traspasarlos. Con unos límites tan extremadamente lejanos que llegan a proporcionarnos una ilusoria imagen de libertad que, sin embargo, llegamos a creernos. Es todo una cuestión de relatividad, una cuestión de comparación entre nuestras dimensiones y las suyas.

Pero la cárcel, como tal, tiene unos límites cuya existencia siempre recordamos cuando topamos, dolorosamente, con ellos. En mi caso, en este "ahora", siento que esos límites se han reducido a mi alrededor, que se han reducido tanto como para fusionarse con los límites de mi propia persona, que ahora es una figura antropomórfica de cristal irrompible e invisible, imposible de romper desde su interior.

Tal vez continúe en otro momento que, para vosotros, llamaré "más tarde", "mañana" u "otro día".

miércoles, 9 de junio de 2010

Problemas, soluciones y consecuencias

He resuelto todos mis problemas y me he encontrado solo y vacío.

domingo, 6 de junio de 2010

Asesinas

Hace un frío que pela. ¿Por qué me acuerdo siempre de tí cuando baja la temperatura? Se supone que la proximidad de grandes masas de agua suaviza las subidas y bajadas del termómetro, pero la laguna verdosa parece inmune a esta regla y, más bien al contrario, inyecta el frío húmedo en los huesos hasta calarlos de una forma perecedera. Me atrevería a decir que esto no ocurre solamente con la masa ósea; el espíritu se vuelve permeable y se empapa, se arruga, se doblega y, casi sin solución de continuidad, va envejeciendo a una velocidad mucho mayor a la que lo haría en cualquier otro clima. Quizá a una velocidad mucho mayor que en cualquier otro lugar.

En estas noches despacibles que incluso los lugareños terminan aborreciendo resulta posible sentarse en completa soledad y silencio en el suelo de una plaza majestuosa como pocas, de un gran teatro mudo y expectante en el que, con la caida de la noche, todo deja de ser lo que parecía. Las sombras se densifican en los soportales y terminan por llenarse (o son mis ojos quien las llenan) de pequeños fulgores multicolores que centellean de un modo imposible, efímero y ciego. ¿Dije soledad? Sólo en apariencia. Cualquier lugar impenetrable para la vista resulta susceptible de estar ocupado por una entidad de naturaleza desconocida. La ausencia de sonidos colmada de tensión sólamente rota por las campanadas del extraño reloj de la torre, la natural agitación de la marea ante un viento crecido o la llovizna intermitente que en algunos casos es capaz de derivar en una tromba de agua colosal como en pocos sitios del mundo se puede llegar a ver. Pero hoy no llueve, las campanas tardarán aún unos minutos en dar los primeros cuartos tras la medianoche y la luna casi llena preside e ilumina la platea de lo imposible, de un sueño de siglos que vive sus últimas décadas de existencia y que está destinado a sumergirse inevitablemente en el cieno poco profundo sobre el que fue erigido. Y en el epicentro de ese sueño, en lo que aún sigue siendo su manifestación más bella en su decadencia, me encuentro yo. Y el sueño en el que me encuentro es también mi sueño.

Es curioso. Aspiro a poder ser llamado "artista" algún día y, sin embargo, contigo me frustra el hecho de que en mí sólo parece interesarte en lo inmaterial: lo que escribo, lo que fotografío, lo que pienso, lo que siento. Supongo que cualquier otro se daría con un canto en los dientes por ser objeto de una admiración tal, pero a mí me gustaría ver a ese otro reaccionar ante tu velada reticencia al encuentro, al contacto, al hecho incomprensible - para el otro - de que no requieras de su presencia a pesar de tenerlo tan cerca. La ausencia es un alimento casi necesario para fortalecer y verificar cualquier tipo de amor, pero en tu caso esta ausencia parece ser más bien una huida buscada. Una huída de la que siempre retornas con una mezcla de timidez y ansiedad cuya repetición corre el riesgo de transformar el halo mágico de esperanza que tantas veces proyectan los sentimientos indefinidos en un juego demoledor para el corazón que sí sabe lo que anida dentro de él. Como bien dijo alguien hace mucho tiempo, en el amor las verdades pueden resultar una herida muy dolorosa, pero son las dudas las que asesinan y torturan.